MOTA
PARA LA PRÁCTICA DEL LANZADO A MOSCA
Las
prácticas de lanzado en polígono terrestre fueron instituidas desde 2006 en los
certámenes de pesca a mosca Zapatafly, que por cuatro ocasiones convocó el
Parque Nacional Ciénaga de Zapata hasta la última vez, que fue en 2010.
Haciendo uso de información disponible en internet y en videos, se
establecieron las primeras normas empleadas en el país para calificar
habilidades en el lanzado a mosca: distancia, precisión y lazo estrecho, con
sus respectivas variantes.
Dado
que las verdaderas son demasiado importantes para sacrificarlas sobre el
terreno, es mejor improvisar unas cuantas falsas moscas para desarrollar las
acciones con un modelo semejante a los señuelos verdaderos, en cuanto a
dimensiones y peso, y sobre todo con cierta exageración en cuanto a
visibilidad. En lenguaje vernáculo, le llamaremos mota a este patrón de lanzado a mosca, del mismo modo que usamos
esa palabra para designar el engaño mediante el cual algunos “deportistas”
capturan agujas (con motas de hilos de caprón y sin anzuelo), o se emplean en
menores dimensiones y más funcionalmente para cobrar agujones que se usarán
como carnada en la pesca al curricán de los peces de piso, esta vez sin engaño.
Fibras
artificiales de colores intensos (amarillo, naranja, rojo y sus combinaciones)
serán el material básico para este montaje. El primer paso consiste en elaborar
algunos soportes de alambre sobre los cuales se fijará la fibra textil. Buscar
un alambre de cobre en diámetro de un milímetro o menos y cortar varios
segmentos de unos 10 centímetros de longitud. En uno de los extremos, formar
con una pinza fina una pequeña gasa y a partir de ella medir 2 cm y doblar el
alambre sobre sí, sin cerrar totalmente.
Asegurando
el punto de doblez del alambre para formar con él la argolla de la futura mota
o falsa mosca, torcer el extremo más largo sobre el corto en vueltas lo más
cerradas posibles. Cuando el entorchado alcanza la pequeña gasa del extremo
corto
-cuyo
único fin es evitar la capacidad punzante de ese extremo-, se continúan las
vueltas de alambre en sentido opuesto, rellenando hasta un centímetro de
longitud sobre el soporte o eje de la mota, a fin de que este relleno sirva de
tope o sostén cuando anudemos el material textil sobre la misma.
Concluidos
los soportes, fijar uno de ellos en el torno de montaje por el lado de la
argolla y dar algunas vueltas de hilo del color escogido sobre el segmento de
alambre. Preparar el material de montaje en secciones de 5 cm y anudar por el
centro sobre el soporte; en este caso se ha seleccionado hilo de estambre común
de color amarillo, pero la elección estará abierta a las posibilidades y la
imaginación de cada cual. Para las combinaciones, por ejemplo, utilizamos
estambre verde y fibra de algunos implementos textiles reciclados, como
cordones de zapatos deportivos o correas de mochilas, previamente deshilados.
Una
vez atado el haz de fibra, se empareja todo hacia atrás, cuidando cubrir todo
el soporte de alambre en torno y se anuda apretadamente con numerosas vueltas
de hilo. Puede concluirse con una pincelada de barniz sobre la “cabeza” y un
acabado a la mota mediante un peine fino y unas tijeras. Con el equipo mosquero
y un puñado de estas coloridas motas el mosquero puede obsequiarse una jornada
muy atlética en cualquier terreno despejado al alcance de su hogar. Recuerde
establecer su área de práctica de acuerdo con el viento y con suficiente
amplitud para los respectivos impulsos hacia delante y atrás. Advierta a los
curiosos y transeúntes eventuales lo inapropiado de ubicarse en la trayectoria
de una mosca, aunque sea falsa.
Si
anota sus resultados –distancias e impactos de precisión logrados- puede hacer
un registro muy útil de sus avances que le ayudarán a trazar estrategias para
mejorar sus capacidades en esta modalidad.
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