FLOTAR...
LEJOS
...Y A LA ESPERA
La
boya o flotador es uno de los componentes del aparejo de pesca, cuyo uso es más
común en las modalidades que emplean la caña. Bajo el título, correspondiente a
Cuba, mi país, de vara criolla,
habré estudiado en otro momento una parte de lo que hasta hoy puede decirse del
tradicional avío.
Con
lo dicho se ha de lanzar a las aguas del remanso, aprovechando que los
aguaceros de principios del verano incrementaron volumen y espejo y la masa
acuática ha penetrado los bajíos y cañones que durante el resto del año se
habían mantenido invadidos por la maleza y la fauna terrestre –lombrices e
insectos- que en un momento se hallarán al alcance de tilapias, carpos y
biajacas.
Advirtamos
que ha sido probado y en realidad sirve de poco que al disponer la vara
spinning y su carrete para este uso se apareja de modo idéntico a la vara
criolla. De poco sirve el bajo de línea armado al mismo estilo, pues hay poco
peso para impulsar la línea y la disposición de la leve lámina de plomo, la
boya casi sin peso y el anzuelo, no contribuyen, por otra parte, al equilibrio
para el lanzado y ciertamente alguna resistencia al aire. Resultado: poca distancia
y ninguna precisión al primer intento.
Haraganeando
hace dos fines de semana por el extremo de la presa Maurín que cae hacia la
carretera Bauta-Baracoa, había un pescador que venía desde el poblado textil de
Cayo La Rosa y estaba con un par de varas
spinning haciendo lances bien desarrollados sin enredarse cada vez en la
maleza, y el secreto estaba en la boya de manufactura casera que mostró e
instruyó el modo de hacer, en cuanto el curioso de turno se interesó. Los
pasos, muy simples aunque lo escrito parezca demasiado metódico, son los
siguientes:
b)
Observe a los niños de la casa, cuando regresan con la mamá de las compras en
la shopping y traen ya desgastados sus caramelos “chupa-chupa”. Vigile dónde
dejan los palitos plásticos tubulares con los que sostienen la golosina y haga
una provisión de ellos.
c)
Después de limpiar de restos de desodorante y melaza acaramelada los dos
elementos recuperados, perfore la bolita en sentido vertical, con un alambre
recalentado o un taladro fino, cuidando que la línea de unión de las dos
semiesferas que la forman quede en la parte media. Los dos orificios en línea
deben tener un diámetro tal que permitan el paso del palito, o sea, el eje de
la boya, de forma lo más ajustada posible.

e)
Colocando la bolita en posición horizontal, para que los fragmentos metálicos
se asienten a un lado y no se salgan ni obstruyan los orificios, e introduzca
lado a lado el eje o veleta de la boya, que hasta ahora hemos dicho “palito de
chupa-chupa”. En este momento, sellar con pegamento de cianocrilato, que en
Cuba llamamos “cola loca”.
f)
Recorte dos secciones de una tubería plástica flexible (goma, teflón o
polietileno), de 0.5 cm de alto y un diámetro interior tal que permita
introducir ajustadamente el eje plástico de la boya. Coloque cada segmento en
su extremo correspondiente.
h)
En el momento de colocar la boya en el aparejo, libere las dos anillas de sus
extremos del eje de la boya y pase por el interior de ambas la línea de pesca,
ya armada la vara con el carrete y pasado el nailon entre las guías. Estime una
longitud de línea equivalente a la profundidad a la que va a comenzar a pescar
y coloque la boya, introduciendo cada anilla en su extremo del eje y dejando
así fijada la línea. Anude luego el anzuelo y un segmento de lámina de plomo a
la altura habitual para que la carnada baje linealmente a la profundidad.
Al
lanzar, tenga en cuenta que el vector de impulso comienza en la boya, de manera
que debe practicar sus lances para evitar que el bajo de línea, del que pende
el anzuelo, pueda engancharse o enredarse en la vegetación, en algún obstáculo
o en su propio cuerpo. Con este procedimiento se hallará usted pescando
cómodamente a veinte o veinticinco metros de la orilla, sin mojarse y
aumentando sus posibilidades de picada.
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