11.5.10




1- El día de la vara criolla.
Entendemos a los pescadores aficionados que quieren pescar cada vez más lejos y más hondo. Pescando se sueña con el pez más grande, que siempre se supone está más lejos y más hondo. Cada vez más lejos y más hondo, no importa si se pesca en el mar o en las aguas dulces. Más agua –piensan esos pescadores que se quieren recrear en grande- sería igual a más peces y de mayor talla. ¿Qué quieren entonces los que pescan con vara criolla?
Porque la vara criolla en Cuba es esa simple caña de una longitud que nadie ha establecido cual debe ser (1), con una línea que se ata al extremo más fino y tiene más o menos el mismo largo que el vástago vegetal. De manera que sumadas las dos longitudes se tiene un avío que es el de menor alcance en el país. Se ha visto que algunas cañas tienen apenas poco más de un metro y medio y otras más de seis metros. Casi todo pescador de esta modalidad se conforma con una, pero habrá algunos que usen dos, eventualmente más.
Si uno comienza a creer que por su corta longitud la vara criolla debería ser poco popular, puede dedicar la mañana del domingo a contar la gente que va por la carretera en dirección a cualquier sitio de pesca, a pie, en bicicleta o en cualquier vehículo mayor. Usted les conocerá precisamente porque las cañas van generalmente atadas y a la vista. Algunos exagerados van en auto de pesquería y acomodan el mazo de varas sobre el techo del vehículo, asegurándolas a las defensas delante y detrás, anunciando gloriosamente que ahí va una gran familia, lista para pasar un gran día.
La primera salida de pesca que uno puede recordar fue con una caña de este tipo, con un anzuelo ennegrecido por el uso y un tapón de corcho al que se le hizo un corte a lo largo y se ató fuertemente a la línea, una cuerda a la que llamábamos pita, comprada en la ferretería del pueblo, que era la misma, o tal vez algo más fina, que la usada para bailar trompos; hoy el monofilamento de nailon es la elección, por supuesto. En aquel tiempo hablábamos de ir a pescar biajacas, y el amanecer de la pesquería se rodeaba siempre de una especie de ritual, que la convertía en algo muy diferente y valioso, algo cuya emoción no podían alcanzar ni siquiera las vueltas en los caballitos o toda la fantasía que cabía en la carpa del circo. Uno era un niño entonces.
Probablemente la cita más antigua acerca del uso de esta modalidad de pesca en el Nuevo Mundo la debamos al cronista Fernando de Oviedo que en el siglo XVI describió algunas de las técnicas empleadas por los indios: "Y son muy diestros en las pesquerías y artificios que usan (…), porque así como en España pescan algunos con cañas, de la misma manera los indios lo hacen con varas delgadas y domables, tal como conviene para ello, y con cuerdas y volantines, y con redes de algodón, y muy bien hechas, lo más continuamente…" (2).
La pesca con vara criolla es tan consustancial a las tradiciones del campo cubano como andar a caballo, lidiar gallos, tomarse un buen café, o asar un puerco en medio del jolgorio de amigos y familiares. Un ilustre cronista del occidente cubano, Tranquilino Sandalio de Noda, hace una notable referencia a la pesca en el capítulo de sus “Cartas a Silvia”, publicado el miércoles primero de abril de 1840 en Diario de La Habana: "El baile y el canto son las diversiones favoritas del vueltabajero juega a los gallos con frecuencia y con bastante afición: corre á pesquerías, más por placer de embullarse ó reunirse que por el interés de lo que va a pescar: pero su gran placer es cantar".
Y pescar, en los campos de Cuba, es primero que todo pescar con vara criolla, simple y barata, eficiente y cómoda. Común debió ser el avío en el siglo XIX, para que algún joven poeta le tomara, mezclándole con una porción de sentimientos amorosos, para obtener esta composición, titulada "Alisa pescando":
“Depón la caña traidora
Que lleva oculto el anzuelo;
Aléjate, pescadora,
del bullicioso arroyuelo
que el sol con sus rayos dora". (3)
Por mucho esmero que se ha puesto en la pesquisa, ninguna otra referencia del pasado se ha hallado hasta hoy respecto al tradicional avío en letra impresa. Afortunadamente, dos artistas gráficos sí recogieron, en imágenes concluyentes, las pesquerías a vara criolla en publicaciones del siglo XIX. La más antigua es un grabado titulado “Las Cañas – Bravas”, de la firma de G. Muguet, que la Revista de La Habana, publicó en 1853. Unos tres lustros más adelante, el norteamericano Samuel Hazard (4) recrea una escena de pesca con caña en el río San Diego, que ilustra la crónica de su visita al balneario medicinal de ese nombre en fecha previa al inicio de la guerra independentista cubana de 1868.
Durante la contienda mambisa es bien probable que la vara criolla tuviera también su uso para lidiar el alimento. En medio de las duras penurias de aquel tiempo glorioso, los mambises se sostenían a veces con "biajacas fritas en grasa de coco y unas yucas cocidas” servidas en platos de yaguas (5). Un par de brazadas de pita que les acompañarían de un lado a otro, enrolladas en la copa del sombrero de yarey, un anzuelo salvado con mimo del oxido, clavada su punta en el tapón de corcho que le servía de flotador al aparejo. En cualquier parte una cañabrava flexible, y la lombriz descuidada en la tierra húmeda: ahí estaría el pez, en la cañada que llenaban las lluvias y en la laguna que desafiaba la seca. Un día descontado al hambre porque el soldado independentista sabía también pescar.


NOTAS
1-“...Deberá tener alrededor de 6 pies de largo para los competidores más pequeños y 8 pies para los mayores”, señala el folleto Pesca deportiva. Metodología y reglamentos (Dirección Nacional de Recreación. INDER, La Habana, s/f, pero probablemente de alrededor de 1978), pero la mayoría de las varas criollas que se observan cotidianamente tienen mayor longitud.
2- Citado por Evelyn Arizpe: "Pesca y peces en el nuevo mundo", Mar y Pesca (La Habana), No. 276, septiembre de 1988, página 35. (Publicado originalmente en Técnica Pesquera, México).
3- Diario de La Habana, 1ro de marzo de 1845, página 2.
4- Hazard, Samuel, Cuba a pluma y lápiz, Cultural S.A., La Habana, 1928.
5-González Sedeño, Modesto: La vida pública y secreta de Encarnación de Varona. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello [Ciudad de La Habana, 2004]. Página 136.


Continuar
2- Aparejar la caña.
3- Procedimientos de pesca.
4- Competencias a vara criolla.

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